Como
los cangrejos
Julián Parra Ibarra
Durante los preparativos de los Juegos
Olímpicos de 1968, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz implementó el cobro de un
impuesto especial que sería temporal –el de la tenencia de vehículos
automotores-, el cual serviría para costear la realización de la justa
deportiva que se realizó en nuestro país. Pero bien dice un adagio que no hay
nada más permanente que lo temporal.
Durante casi cuatro décadas, los mexicanos
que fueran propietarios de un automóvil tenían que pagar un impuesto federal
por el simple hecho de tenerlo. Cuando se planteó la posibilidad de su
desaparición, el entonces presidente Felipe Calderón se lavó las manos y dejó a
las entidades la responsabilidad de eliminarlo o mantenerlo.
De manera gradual, los estados fueron
eliminando esa imposición, a pesar de que muchos lo prometieron en campaña, y
terminaron por cumplirlo en el último año de sus respectivos gobiernos. La
resistencia de algunos gobiernos estaba cimentada en el hecho de que el no
cobro de ese impuesto les abriría un ‘boquete’ en las finanzas estatales.
Voluntariamente ‘a huevo’, los causantes
deberíamos entender a los gobiernos, pero el gobierno jamás entendió que el
cobro de la tenencia durante casi cuatro décadas abrió un boquete anual a las
familias de los mexicanos, si es que éstos querían darse el ‘lujo’ de contar
con un automóvil.
Y cuando apenas los propietarios de autos
habían tenido un poco de respiro en la mayoría de los estados, ahora el
subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera nos receta la buena nueva: que ante
la baja de recaudación, el actual gobierno federal ya está analizando revivir
el impuesto de la tenencia a partir del año entrante, entre otras imposiciones
a las que les están dando forma para poner en práctica aunque, según él no
están planteando nuevos impuestos, ‘sino reorganizando los ya existentes’,
porque eso sí, afirma que está empeñada la palabra del Presidente de no hacer
cambios en materia tributaria durante la primera mitad de su mandato.
No cabe duda que vamos como los cangrejos. No
hay recursos para las estancias infantiles y que las madres trabajadoras, sobre
todo las de los estratos sociales más bajos, que se las arreglen como puedan;
no hay fondos para mantener los refugios para mujeres violentadas; no hay con
qué mantener la prueba del tamiz para los recién nacidos en el país.
Pero sí hay recursos para pagarles escoltas a
los expresidentes, y si no se completa, pues revivimos la tenencia federal, que
fue un impuesto ‘temporal’, sólo para cubrir los costos de las Olimpiadas de
1960. Total, el de atrás paga. Ahora resulta que estábamos mejor, cuando
estábamos peor.
@JulianParraIba
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