Heridas reabiertas
Julián Parra Ibarra
Un par de
detenciones de ex funcionarios coahuilenses en días recientes, ha vuelto a
abrir heridas que, si bien nunca han terminado de cerrar, ya muy poco supuraban
entre los ciudadanos. La primera de ellas, la del ex gobernador interino Jorge
Torres López; y la otra la del ex tesorero de Torreón, Pablo Chávez Rossique,
durante la administración del actual presidente del Comité Municipal del PRI
torreonense, Eduardo Olmos Castro.
Hasta ahora,
se desconoce el nivel de participación que Torres López tuvo en el brutal
endeudamiento de Coahuila durante el periodo para el que fue electo Humberto
Moreira Valdés, quien en el último año de su sexenio le dejó encargado ‘el
tabarete’ por un interinato de un año, para él embarcarse en la aventura de ser
el presidente nacional del PRI, posición desde la que esperaba catapultarse a
una eventual candidatura por la Presidencia de la República.
Y se
desconoce porque cuando el gobierno de los Estados Unidos confiscó recursos de
Torres López y de Javier Villarreal identificados como desvíos del erario de
nuestro estado, el Gobierno de Coahuila se apresuró a decir que esos recursos
no eran del Estado, lo que sirvió para dos cosas: una, que el gobierno
norteamericano se quedara con ese dinero; y, dos, para tender una cortina de
humo y se le perdiera la pista de dónde provenían esos recursos porque ello
podría haber ‘embarrado’ a más de un funcionario y familiar de los gobernantes
en turno.
Para todos
es muy claro que Javier Villarreal ‘puso’ al ex gobernador Torres López, pero
no se sabe si éste en caso de ser extraditado a Estados Unidos –obtuvo un
amparo para impedirlo, después de su detención-, pudiera ofrecer información a
la justicia del vecino país del norte, en aras de la reducción de su propia
pena.
Mientras
tanto el tema de la llamada ‘megadeuda’ sigue ahogando las finanzas de nuestro
estado, porque las millonarias cantidades que se han pagado por ella no ha
alcanzado en siete años a tocar el capital, y el monto sigue subiendo a pesar
de las renegociaciones, que hasta ahora han mandado la deuda de los
coahuilenses hasta los próximos 30 años. Y a la actual administración la mantiene
‘atada de manos’.
En el caso
de Chávez Rossique volvió a revivir los casos de decenas de pequeños
empresarios que se embarcaron en la aventura de ser proveedores del municipio
de Torreón en la terrible administración ‘olmoscastrista’, y que al final se
fueron a la quiebra ante la insensibilidad de alcalde y tesorero, los dejaron
‘colgados de la brocha’, nunca les pagaron por servicios que prestaron al
municipio durante cuatro años y tuvieron que cerrar las puertas de sus
negocios.
Este caso
está menos enredado legalmente que el de Torres López, pero sí volvió a tocar
fibras muy sensibles de muchos pequeños emprendedores y empresarios que lo
perdieron todo con el sueño de ser proveedores del municipio torreonense y al
final ni siquiera terminaron por recuperar lo que habían invertido para ofrecer
sus servicios: electricistas, plomeros, pintores y de muchas otras actividades.
No sé si
sabedor de todas las cuentas que se fue y dejó pendientes en la que ha sido la
peor administración municipal, pero Eduardo Olmos Castro, ‘ungido’ como el
nuevo dirigente priista en el municipio, ha procurado mantener un perfil muy
bajo. Gran parte de su actividad está basada en reuniones en las oficinas del
PRI, y ahora hace unos días reapareciendo con una cuenta de twitter que más que
hacerla pública, parece que quiere mantenerla oculta.
Olmos sabe que,
aunque han pasado ya cinco años desde que dejó la Presidencia, los cientos de
damnificados que dejó le pueden a empezar a brotar de la tierra como ranas en
tiempos de lluvia. Y no sé qué tan efectivo puede ser su trabajo como dirigente
de un partido que pretende recuperar el segundo municipio más poblado del
estado, si su labor la tiene que hacer entre las sombras.
Incluso, la
bancada de los regidores de su partido en el cabildo torreonense, sabedores de
que no hay quien los controle, empiezan a moverse cada quien por su cuenta, van
cada uno por la libre tratando de llevar agua a su molino, para desde ahora
enfilarse rumbo a la candidatura para la alcaldía para
dentro de tres años.
Bien dicen
que cuando el gato no está en casa, los ratones se pasean.
@JulianParraIba
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