miércoles, 7 de agosto de 2019
A LA BÁSCULA
Barbas a remojar
Julián Parra Ibarra
Los hechos ocurridos en un centro comercial de El Paso, Texas el sábado pasado, más allá del dolor, del coraje, del repudio y la impotencia generada en entre los hispanos, pero particularmente entre los mexicanos, debe llamarnos también a la reflexión y al análisis de qué es todo lo que está detrás de lo que el sábado fue el culmen con la muerte de al menos una veintena de personas, entre ellas ocho mexicanos y uno de ellos de origen lagunero, Jorge Calvillo García.
El discurso racista y de odio contra los latinos, especialmente contra los mexicanos, utilizado por Donald Trump desde su campaña rumbo a la presidencia de los Estados Unidos y hasta la fecha, ha sido el combustible con el que se ha estado alimentando el movimiento de los supremacistas blancos,
que se han tragado completito el cuento de que los países latinos hemos estado enviando a lo peor de nuestra sociedad, violadores, asesinos, drogadictos, contrabandistas.
La sociedad estadounidense, en su mayoría, históricamente han tenido manifestaciones de racismo, y aunque muchos, durante muchos años mantenían reprimido ese sentimiento, el discurso favorito empleado por Trump, fue el detonante para que lo dejaran salir, sobre todo cuando les ha imbuido la idea que hay una invasión de latinos a su territorio, que les van a quitar los empleos, la riqueza y hasta la calma, la tranquilidad y quizá hasta la vida.
Por ello, dentro de un acto de honestidad debemos reflexionar sobre el tipo de discurso que también en nuestro país nos han tratado de vender, dividiéndonos entre chairos y fifís, en liberales y conservadores; que si no estás de acuerdo conmigo eres mi enemigo, eres corrupto y deseas que
vuelvan los regímenes corruptos, eres de la mafia del poder, amante y seguidor de los cerdos capitalistas, etcétera.
Y no, no siempre disentir te convierte enemigo de los demás, nadie –o al menos una inmensa mayoría de los mexicanos, que manifestaron su hartazgo de gobiernos priistas y panistas en las urnas el 1 de julio de 2018-, desea volver a los regímenes corruptos, por eso la mayoría de los mexicanos votó
por un cambio. Pero no podemos convertirnos en una sociedad acrítica si lo que buscamos es un verdadero cambio.
A nuestro estilo, pero en nuestro país tenemos nuestro propio discurso de odio, de división, de confrontación. No solo no permitamos que crezca, sino que debemos buscar eliminarlo. Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar. Eliminemos el discurso de odio en nuestro país. Al final, todos somos mexicanos.
laotraplana@gmail.com
@JulianParraIba
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