Indemnización de clase mundial
Julián
Parra Ibarra
En el
bimestre anterior acudí como se me había venido haciendo una costumbre, a pagar
mi recibo de consumo de energía eléctrica a un cajero automático de la CFE de
esos que la ‘empresa de clase mundial’ dispuso para que sin bajar de tu auto
puedas pagar tu recibo. Así lo hice, pero la máquina no arrojó el comprobante
del pago realizado, así que oprimí el botón y una voz masculina con un tono muy
amable me contestó, me dio su nombre que no tuve precaución de anotar ni
grabarme, para preguntarme en que podía ayudarme.
Le expliqué
que acababa de realizar el pago pero que la máquina no me había arrojado mi
comprobante. Me pidió mi ‘número de servicio’ que viene en la parte superior
derecha de los recibos y es algo así como la ‘huella digital’ de cada usuario
ante la CFE. Le dicté la larga lista de números y me respondió: ¿Su recibo está
a nombre de ‘fulano de tal’, y el domicilio es ‘mengano’?.
Asentí y me
dijo: “no se preocupe, lo estoy consultando en el sistema y ya está registrado;
quizá la máquina no le dio su comprobante porque se terminó el papel, pero ya
está capturado en el sistema. No se preocupe”. ¿Seguro que no habrá problemas
después de que me quieran a volver a hacer el cobro?, le inquirí. “No”,
respondió con seguridad, “ya lo tiene registrado el sistema”.
Bueno, me
dije para mis adentros, si me lo asegura así debe de ser, y me retiré con la
satisfacción de contribuir con el pago de mi recibo, a que la Comisión Federal
de Electricidad sea una empresa ‘de clase mundial’.
Cuando me
llegó el recibo del bimestre siguiente me apareció cargado otra vez el
anterior, pero supuse que iría a las oficinas de la CFE, me reconocerían el
pago y todo quedaría aclarado porque además, supuse, si no hubiera estado
registrado el pago, la ‘Comisión’ es implacable y uno o dos días después de su
vencimiento me hubiera ‘cortado la luz’, sobre todo ahora con los nuevos
sistemas, que no requiere la presencia física del personal en el domicilio
donde se va a suspender el suministro de energía eléctrica.
Llego y la
señorita que me atiende con voz muy amable me da su nombre, me pregunta el mío
y me dice, muy bien señor, en que puedo servirle. Le explico mi odisea y recibo
una cándida respuesta/pregunta ¿Y trae usted el
comprobante de su pago? Le recuerdo que ese es precisamente el problema,
que la máquina no me dio el comprobante, y me vuelve a decir “Es que si usted
no trae su comprobante no podemos hacer nada”. Le digo: no me pida a mí el
comprobante, cuando los que no entregaron el comprobante fueron ustedes. Como
veo que estábamos en un círculo vicioso, le pido hablar con alguien ‘de más
arriba’.
Viene la
encargada de la sucursal y me dice exactamente lo mismo, que sin comprobante no
hay nada que hacer. Le vuelvo a repetir la historia, que el origen de todo el
problema es porque CFE a través de su máquina de marras, no me arrojó el
comprobante. “Ah, es que usted debió haber solicitado entonces un número de
reporte a la persona del interfón”. Le explico que ella sí sabe que procede
porque al ser empleada de la ‘Comisión’ ella sí conoce los procedimientos de la
empresa, pero que yo como usuario, no tengo ninguna obligación de saberlos, que
yo lo que hice fue usar la herramienta que su ‘empresa de clase mundial’ puso a
mi disposición, y que luego hice lo que la persona del otro lado del aparato me
indicó, y que terminé por confiar porque supuse que CFE no miente ni engaña a
sus usuarios.
Termina
diciéndome que además, el domicilio no corresponde a esa sucursal y que por
tanto debo ir a una, que está ‘por el quinto infierno’. No sé si puse cara de ‘píchame
un pan’ o de encabronamiento, pero en el acto cambió su actitud. “Déjeme yo
hablo con la persona que se encarga de eso, le paso sus datos para que empiece
a revisar y cuando usted vaya ya no lo entretenga tanto”.
Así lo hice y
el ‘encargado’ de esos cajeros de la ‘Comisión’ me muestra en pantalla todos
los cortes de ese bimestre, y en ninguno aparece mi ‘número de servicio’, por
tanto mi pago fue inexistente pero como la ‘empresa de clase mundial’ es tan
benévola no me ‘cortó la luz’, y esperó pacientemente hasta el siguiente
bimestre para hacerme el cargo, quizá sabedor de que soy buena paga.
Dos mañanas
perdidas tratando de que me reconocieran el pago, volver a cubrirlo otra vez
por andar confiando en personal de la CFE, y prefiero ya mejor no hacer más
corajes, no les voy a dar el gusto de madrearme el hígado encima de todo.
Camino a la oficina voy pensando y le encuentro el lado amable:
Bueno, quizá
sin que nos lo hubieran dicho previamente, un grupo de usuarios de la
‘Comisión’ fuimos seleccionados para hacer aportaciones ‘voluntariamente a
huevo’ para cubrir el millón 206 mil pesos de la ‘indemnización de clase
mundial’ que se auto asignó Enrique Ochoa antes de dejar la dirección de la
empresa para irse a dirigir el CEN del PRI.
Respiro
profundo, inflo los cachetes y con un aire de satisfacción me digo: soy
privilegiado, no todos los usuarios tienen la fortuna de haber contribuido a la
indemnización de Enrique Ochoa, quien no se podía ir con las manos vacías y un
‘gracias’. No, eso no hubiera estado a la altura de una ‘empresa de clase
mundial’. Gracias CFE por haberme seleccionado para formar parte del elitista
grupo de los que cooperamos para pagarle su ‘indemnización de clase mundial’ de un millón 206 mil pesos a Enrique Ochoa.
@JulianParraIba
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