Que
no se nos olvide
Julián Parra Ibarra
En las casi tres más recientes décadas, Torreón ha tenido
cinco administraciones priistas –Carlos Román Cepeda, Mariano López (y su
interino Salvador Jalife), Salomón Juan Marcos (y si interino Javier Garza),
Eduardo Olmos y Miguel Ángel Riquelme Solís (y su interino Jorge Luis Morán); y
cuatro panistas –Jorge Zermeño Infante, Guillermo Anaya Llamas, José Ángel
Pérez y actualmente otra vez Jorge Zermeño -en esta administración de un año-,
y a partir del 1 de enero de 2019 otra vez Zermeño, primer alcalde reelecto,
para una nueva gestión de tres años.
Así a bote pronto me viene a la memoria que al menos en
ese periodo, no ha pasado una administración municipal -ni estatal- que desde
1990 no haya abordado el tema de la necesidad de un sistema de drenaje pluvial
para la ciudad, y que no haya hecho al menos mediáticamente, el anuncio de
millones de pesos para empezar a su construcción porque –justo al momento de
una inundación en las partes bajas de la ciudad-, es la última ocasión que los
torreonenses padecerán de este problema.
Desde el entonces bautizado popularmente como el ‘zanjón
pluvial’, en la administración de Carlos Román Cepeda, a la fecha no hay
alcalde que no haya anunciado la inversión de ‘equis’ cantidad de millones para
solucionar de raíz el problema, pero el problema real es que las inundaciones
se repiten cada época de lluvias, y ni el sistema de drenaje pluvial ni los
cientos de millones de pesos que se dicen haber invertido en una obra de esta
envergadura aparecen por ningún lado.
Si usted se echa un clavado en la hemeroteca de los
diarios laguneros, encontrará que en cada época de lluvias los problemas son
los mismos, las colonias inundadas son las mismas, y hasta las declaraciones
son las mismas; cuando la administración que antecedió es de un partido
distinto al que en ese momento gobierna, los que se fueron acusan a los que
llegaron de incapacidad para ofrecerle solución a los ciudadanos, y los que
están, de cínicos a los que se fueron, porque ahora sí critican y cuando
estuvieron no hicieron nada para solucionarlo.
Surgen nuevas promesas, anuncios de inversiones, pero
cuando el temporal amaina, otra vez a todos se nos olvida. Los afectados ya no
vuelven a levantar la voz en cuanto sale el sol, los medios no atienden a los
pocos quejosos porque ya ni está lloviendo, y menos las autoridades escuchan ni
atiende el problema, del que se vuelven a acordar hasta que otra vez la ciudad
esté bajo el agua.
Ojalá que todos tuviéramos una memoria un poco más larga,
y una conciencia más crítica para que, ahora sí y de una vez por todas, esta
película que ya hemos visto muchas veces, no se vuelva a repetir. Jamás.
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