¿Por qué?
Julián
Parra Ibarra
Hace algunos meses el doctor
Miguel Francisco Crespo Alvarado, integrante del Consejo de Participación
Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción de Coahuila, escribió una columna
que tituló ‘¿Por qué?’, y cuyo contenido se me quedó casi grabado por completo
porque desde el principio y hasta el final, planteó solamente preguntas. Acaso
abusando de su generosidad y comprensión, hoy le tomo prestados no sólo el
título, sino algunas de los cuestionamientos que dejó sobre la mesa, porque
siguen teniendo vigencia.
¿Cómo ocurre que, lo que antes fue objeto de críticas y
denostaciones, hoy es justificado y hasta apasionadamente defendido? ¿Qué
tienen de distintas la corrupción y las ineficiencias actuales que ya no son dignas
de rechazo como las de antes? ¿Por qué los abusos y los excesos de hoy no
perturban ni indignan como los de ayer? ¿Cómo es que los conflictos de interés
dejaron de ser merecedores de reclamo?
¿Qué pasó que dejaron de exigir aquello que antes consideraban
justo? ¿Continuarán por la vía de la descalificación de todo aquel que señale?
¿Seguirán matando al mensajero en vez de prestar atención al contenido de su
mensaje? ¿Cerrarán, con tal de no dar su brazo a torcer, todo camino a la
reflexión y el análisis? ¿Seguirán suponiendo como verdadero sólo aquello que
refrenda su postura?
¿Por qué creen que México ya no los necesita críticos,
demandantes y participativos? ¿Por qué?
La crítica a los poderosos –ha
dicho en entrevista hace un par de días el ‘Monero’ Helio Flores-, es
indispensable en el periodismo. Pero hoy todo lo que suene a crítica supone un
ataque y en automático convierte a quien la ejerce, en enemigo, adversario,
conservador, y también en automático, como escribe Crespo Alvarado, hay que
matar al mensajero antes que poner atención y analizar el mensaje.
Y no, no es como dicen que
ejercer críticas al actual gobierno es solo de aquellos que quisieran que
regresara la corrupción a nuestro país. Por el contrario, uno quisiera que la
bandera que se enarboló durante casi dos décadas de campaña y que se sigue
esgrimiendo todavía como si las campañas no hubieran terminado, que se
cumpliera cabalmente conforme a la ley.
Que la espada de la justicia
cayera inclemente en contra de todos los corruptos que durante años y años,
décadas y décadas, sexenios y sexenios han saqueado y robado –y algunos lo
siguen haciendo-, al país, pero lastimosamente pareciera que ese sueño abrazado
por muchos mexicanos de terminar con la impunidad, está lejos de ser alcanzado.
¿Cuántos de los insistentemente
señalados, acusados y exhibidos se encuentran tras las rejas, y enjuiciados por
un régimen que ha dicho que acabará con la corrupción, el verdadero cáncer de
este país? Se pueden contar con los dedos de una mano: Rosario Robles, cuyo
caso tiene una enorme carga de venganza personal y de misoginia; Emilio ‘L’
como dice su expediente o ‘Señor Lozoya’ como lo llama el presidente, pero
quien ni por un segundo ha pisado la cárcel ¿y cuántos más?
El motor que mueve a la
corrupción en este y en cualquier país del mundo, es la impunidad, mientras no
haya castigos verdaderos y ejemplares contra los corruptos, las cosas no van a
cambiar y la corrupción va a seguir galopante aunque se trate de disfrazarla y
llamarla de distintas maneras para suponer que ‘no es lo mismo de antes’.
“No tendremos un México con mayor
justicia y menos pobreza si sus jóvenes se vuelven acríticos y se convierten en
lo que siempre criticaron”, escribió hace unos días el columnista Genaro Lozano.
Y los antiguos decían que ‘al
amigo se le hiere con la verdad para no destruírsele con la mentira’. Criticar,
señalar, analizar, ¿es por sí mismo un ataque como para inmediatamente ser
considerados como enemigos, como adversarios? ¿Incluso aquellos que formaban
parte del primer círculo por el simple hecho de no comulgar con la forma como
se hacen las cosas y prefirieron dar un paso al costado?
Sólo Dios no se equivoca, y hay
quienes juegan a serlo, porque sienten que nunca se equivocan, y nadie tiene
derecho de cuestionar nada, so pena de convertirse en adversario, conservador y
defensor de que vuelva la corrupción ¿Por qué?
Y por eso retomo para cerrar, a Crespo Alvarado ¿Por qué
creen que México ya no los necesita críticos, demandantes y participativos?
¿Por qué?
@JulianParraIba
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