martes, 15 de diciembre de 2020

A LA BÁSCULA

 Prospecto malogrado

Julián Parra Ibarra

Desde que era gobernador de su natal estado de Zacatecas, Ricardo Monreal siempre me pareció un tipo inteligente y preparado. Ese puesto no lo pudo ocupar por su partido de nacimiento, el PRI, por lo que en 1998 se cambió a las filas del PRD, partido por el que alcanzó la primera magistratura zacatecana

En 1999, un año después de su elección para mandatario estatal –dice en su perfil Wikipedia-, la revista Time y la cadena de televisión CNN en Español lo consideraron entre los 50 líderes latinoamericanos que habrían de destacar en el inicio del tercer milenio. De entonces a la fecha, pasó al PT por el cual fue Senador, y luego a Morena a través del cual se hizo de la jefatura delegacional en la Cuauhtémoc del entonces Distrito Federal, y ahora por el mismo partido es otra vez Senador de la República.

Al principio del mandato de la autoproclamada 4T, Monreal ocupó un lugar preponderante en la escena política nacional, como una de las pocas figuras con voz autocrítica hacia el interior del nuevo grupo en el poder, y en un momento dado se perfilaba para poder ser la ‘conciencia’ morenista, posición de la que podría haberse catapultado a alturas insospechadas no sólo al interior de su partido, sino en el concierto político nacional.

Algunas críticas bien fundamentadas a decisiones emanadas de Palacio Nacional, le valieron que el habitante principal de la nueva sede presidencial le ‘arrimara’ por debajo de la mesa un par de pellizcos, que fueron suficientes para calmarle sus ímpetus de novillero, y asumió que, si deseaba mantener aspiraciones políticas a futuro en Morena, tendría que bajarle el volumen a sus expresiones públicas, hasta el grado de dejarlas en ‘muting’.

Su imagen a partir de entonces está lejos de lo que proyectaba ser hace un par de años, y su iniciativa para cambiar la Ley del Banco de México, considerado por los especialistas además de una violación a la autonomía del Banxico, un enorme riesgo de lavado de dinero y financiamiento al terrorismo a través del sistema financiero mexicano.

Los legisladores de su propio partido en la Cámara de Diputados decidieron no aprobar la ley por la vía exprés -“por el bien de México”- como se pretendía, hasta en tanto no se logren los consensos necesarios. Me parece que Monreal decidió ser leal y obediente para seguir avanzando, en vez de labrarse, como lo iba construyendo, un futuro sólido con base en su experiencia y su capacidad. Lástima, un buen prospecto, malogrado.

laotraplana@gmail.com

@JulianParraIba

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