Más
iguales
Julián Parra Ibarra
En México no solamente hay un grupo de los llamados
‘delincuentes de cuello blanco’, que adquirieron notoriedad con el rescate
bancario en nuestro país, a través del programa llamado Fobaproa, y que le
costó al país cientos de miles de millones de pesos.
Ahora también, tenemos los detenidos y procesados de
‘cuello blanco’, inaugurados por el ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin,
en contra de quien el gobierno mexicano enderezó acusaciones que tienen que ver
con acciones fraudulentas realizadas a través de la empresa trasnacional
brasileña Odebrecht, y vía Altos Hornos de México con la planta
Agronitrogenados del Norte y Fertinal, aunque del caso de esta última parece
que ya nadie quiere hablar.
En las investigaciones contra Lozoya Austin, se
incluyeron a su esposa y su madre, ésta última detenida en Alemania por
asociación delictuosa y lavado de dinero, porque ambas fueron utilizadas para
la triangulación de los recursos ilícitos de los que se habría hecho el ex
director de Pemex.
Emilio fue detenido en Málaga en España con fines de
extradición, y mucho se habló acerca de su proceso por ser una pieza clave de
los sobornos recibidos de Odebrecht, de los que una cantidad importante habrían
sido destinados a la campaña de Enrique Peña Nieto.
Finalmente, tras una serie de negociaciones con las
autoridades mexicanas de la autoproclamada 4T aceptó la extradición, pero desde
ese momento se convirtió en un detenido VIP. Desde su llegada al territorio
nacional, ha recibido un trato excepcional, como no hay antecedente alguno en
nuestro país. Jamás ocurrió como el propio presidente dijo en un ‘despiste’,
fue ingresado al reclusorio.
Como parte de las negociaciones, fue trasladado a un
hospital privado por presuntos problemas de salud, y luego le han otorgado la
libertad condicional, supuestamente a cambio de la información que
proporcionará para poder echar guante a ‘peces gordos’. Es decir, en calidad de
testigo protegido –o colaborador, les dicen ahora-, ha recibido a cambio un
trato preferencial; incluso le permiten que las firmas de los documentos
relacionados con el proceso en su contra, los pueda hacer vía digital.
Ni duda cabe que, parafraseando a George Orwell en su
‘Rebelión en la granja’, en este país ante la ley todos somos iguales, pero hay
unos más iguales que otros.
@JulianParraIba
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