Permisivos
Julián Parra Ibarra
No lo he leído,
pero ya quisiera poder tener entre mis manos el libro ‘Ecos del 68’, del
periodista coahuilense Arturo Rodríguez, sobre todo después del ‘retrato
hablado’ que nos ofreció Leopoldo Ramos –otro destacado periodista de la
entidad-, en su mensaje de presentación, y cuya descripción es una muy
sugerente –y convincente- invitación a comprar el libro.
Polo, quien
junto con otro querido amigo, Alfredo Dávila, tuvieron a su cargo la
presentación de ‘Ecos del 68’ en el marco de la Feria Internacional del Libro
Coahuila 2019, se congratuló en su mensaje, de que el libro “llega en un
momento en el que, desde la percepción de quien esto escribe, la sociedad civil
cada vez batalla más para organizarse, alzar la voz, tomar las calles y
manifestarse, sobre todo en la esfera estudiantil y particularmente en entornos
como Coahuila”.
Tiene mucha
razón Polo cuando dice que a la sociedad civil cada vez le cuesta más
organizarse, alzar la voz, tomar las calles y manifestarse. Como de manera
inexplicable con el tiempo se ha ido perdiendo esa capacidad, que era además
una herramienta para meterle presión social a los gobiernos, es que quizá sin
percibirlo, sin darnos cuenta, paulatinamente nos hemos ido volviendo una
sociedad cada vez más permisiva, cada vez más tolerante, cada vez más laxa con
los gobernantes, del nivel y el color que usted me quiera poner.
Miguel Crespo en
la edición de marzo escribió en la revista Metrópolis un artículo que tituló
‘¿Por qué?’ y en él lanza un sinnúmero de preguntas, entre ellas: ¿Cómo ocurre que, lo que antes fue objeto de
críticas y denostaciones, hoy es justificado y hasta apasionadamente defendido?
¿Qué tienen de distintas la corrupción y las ineficiencias actuales que ya no
son dignas de rechazo como las de antes? ¿Por qué los abusos y los excesos de
hoy no perturban ni indignan como los de ayer? ¿Cómo es que los conflictos de
interés dejaron de ser merecedores de reclamo?
¿Cuándo
dejó de molestar la presencia militar en las calles? ¿En qué momento las
compras sin licitaciones se hicieron justificables? ¿Por qué ya no indignan las
muertes de activistas y profesionales de los medios de comunicación?
¿Qué
tiene que suceder para que regrese su actitud crítica? ¿Por qué creen que
México ya no los necesita críticos, demandantes y participativos? ¿Por qué?
Tengo
una teoría de en qué momento empezamos a dejar de protestar para mejor callar:
cuando inició el periodo de la violencia, cuando muchos utilizaron como excusa
los hechos sangrientos para infundir miedo en la gente, y cuando alguien
intentaba levantar la voz, había otra que lo callaba diciendo que mejor se
mantuviera en silencio porque ‘no vaya a ser la de malas’.
Aunque
me queda la duda de que si fuera así, entonces vamos en un sentido contrario de
los que aclaman: “Hemos perdido tanto que ya perdimos hasta el miedo”. En
realidad no sé si la gente se calla por miedo, o porque perdió las ganas de
luchar, de participar, de exigir, de gritar, o por valemadrismo.
¿En
verdad por qué la sociedad civil cada vez
batalla más para organizarse, alzar la voz, tomar las calles y manifestarse?
¿Por qué nos hemos vuelto una sociedad tan permisiva y tolerante, o quizá hasta
indolente? ¿Qué fue lo que nos llevó a ese status?
Durante
muchos años, los gobernantes han saqueado las arcas púbicas de manera
insultante descarada. En el sexenio pasado a nivel nacional el descaro alcanzó
límites de cinismo y de intolerancia; y sin embargo lo permitimos, si bien al
momento de ir a las urnas se ejerció un castigo implacable, pero no más.
Pocos,
realmente pocos intentaron levantar la voz para exigir castigo a los
saqueadores, aunque la gran mayoría volteaba para otros lados y optaba por el
silencio que a la postre terminó ser cómplice, si bien todo mundo hablaba del
tema, pero en voz bajita, en los cafés, en los pasillos, en las charlas de
cantina, y aún en las pláticas familiares, pero de ahí no pasó.
Por
ello quienes abusaron del poder y saquearon a este noble país –México es tan
grande que ha soportado los gobernantes que hemos tenido, y se mantiene en
pie-, pueden disfrutar de manera impune de toda la riqueza mal habida.
¿Hasta
cuándo vamos a despertar y dejar de ser una sociedad permisiva, tolerante,
indolente? Y como cuestiona Miguel Crespo, ¿Por qué creen que México ya no los
necesita críticos, demandantes y participativos?
Tenemos
que sacudirnos el valemadrismo y volver a organizarnos, tomar las calles,
manifestarnos, antes que los gobernantes acaben con este gran país, que
terminen con nuestros sueños, y las ilusiones de nuestros hijos y nuestros
nietos.
@JulianParraIba
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