jueves, 9 de mayo de 2019

A LA BÁSCULA


Justicia por propia mano
Julián Parra Ibarra

En los días recientes se volvió viral un video en el que un ciudadano le propina, sino una brutal golpiza como se mencionó en las redes, sí agrede físicamente a un elemento de tránsito que no atina a evadir los golpes que le son lanzados, pero lo que impidió que de verdad resultara fuertemente
lastimado, es que nunca se quitó el casco, que sirvió como protector para que los impactos de los puños de su ‘adversario’, no le impactaran directamente en el rostro.

El Municipio de Torreón reaccionó de inmediato, y anunció que actuarían legamente en contra del agresor, e incluso el director de la corporación, Pedro Luis Bernal, fue mucho más allá y dijo que la acusación sería por intento de homicidio, lo que es un despropósito. El ciudadano ni portaba
armas de fuego, ni armas blancas, ni utilizó alguna roca u objeto pesado para impactarlo en el tránsito.

Es cierto que bajo ninguna circunstancia se justifica ni se entiende una reacción tan violenta cuando un agente de vialidad detiene a alguien por cometer una infracción de tránsito, como lo declaró en una entrevista televisiva el secretario del Ayuntamiento, Sergio Lara Galván, que el agente lo
único que hizo fue cumplir con su trabajo, al señalarle al automovilista que había dado una vuelta en forma incorrecta y que cuando le solicitó la documentación para proceder a levantar la infracción, fue que sobrevino la agresión. Injustificable por donde quiere que se le quiera ver.

A principios del mes pasado, igualmente se hizo viral un video en el que, dentro del espacio de una estación de servicio, se ve a otro agente de vialidad forcejea con un taxista. En ese caso, el representante de la autoridad se mete al taxi para tomar por el cuello al conductor para bajarlo del
vehículo; por varios instantes, el trabajador del volante es sujetado por el cuello, colocado el agente a sus espaldas. Esto en un momento dado, está más cercano a un ‘intento de homicidio’.

Luego de un forcejeo entre ambos, el agente intenta ir hacia su patrulla, pero es ahora seguido por el taxista, quien le empuja, aunque sin llegar a tirar golpes o al menos no impactándolo. En este caso no hubo ninguna reacción de la corporación ni del municipio.

Entre un hecho y otro también circuló en las redes un video en el cual se observa al titular de vialidad, Pedro Luis Bernal, bebiendo cerveza en un bar del Bulevar Independencia, en horas de trabajo. Casi al caer totalmente el sol, el funcionario sube a una camioneta propiedad del municipio, y para no ir hasta el siguiente retorno, conduce cerca de media cuadra en reversa para luego alejarse de manera impune del lugar. Tampoco aquí hubo alguna expresión del Municipio.

En febrero, aunque en este caso no hubo video viral, el titular de Inspección y Verificación, Rolando Anaya, chocó contra una unidad de transporte púbico en aparente estado de ebriedad al conducir un auto oficial y meterse en sentido contrario en el Distribuidor Vial Revolución. Un manto protector se
tendió sobre el trabajador municipal y no se siguieron los mismos protocolos que si hubiese sido un ciudadano de a pie.

Sobre el propio titular de Vialidad pesa una denuncia ante Derechos Humanos y en la Fiscalía por acoso sexual y tocamientos inapropiados, por parte de una agente de la corporación. Mientras que al funcionario el municipio le ha puesto a su disposición el equipo jurídico oficial para su defensa, a la denunciadora la acaban de dar de baja de la corporación, supuestamente porque durante varios días consecutivos faltó a su trabajo.

¿A qué viene el relato de restos hechos? A que no hay una misma medida para todos en Torreón. Se utiliza un rasero para los ciudadanos comunes y corrientes, y otro para quienes son representantes de la autoridad, y eso ha venido generando una gran irritación entre la ciudadanía. Hay muchísimas
quejas de la actitud que asumen los agentes de tránsito en el diario acontecer, pero más aún cuando forman parte del equipo del ‘Operativo alcoholímetro’.

Por supuesto que tan cuestionable es la actitud soberbia de los ‘representantes de la ley’, que los ciudadanos reaccionen de manera violenta. No es justificable, pero alguien en la administración no se habrá preguntado que, si ya se han venido acumulando tantos hechos relacionados con esta misma corporación, algo debe estar sucediendo, ¿no se han preguntado si con tanta inequidad en el trato a quien comete algún tipo de infracción o viola algún reglamento si se es ciudadano o ‘representante de la ley’, se ha venido acumulando tal irritabilidad que hay quienes en reacciones desesperadas quieren tomar justicia por mano propia?

Porque de pronto si al director se le tolera cualquier cosa ¿qué actitud se puede esperar de sus agentes? ¿no creen hacia el interior de la administración que es momento de hacer un análisis de lo que está pasando?

laotraplana@gmail.com
@JulianParraIba

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