martes, 13 de octubre de 2020

A LA BÁSCULA

 Partido, partido

Julián Parra Ibarra

El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), a partir del momento en que obtuvo su registro como partido político –el 9 de julio de 2014-, es el instituto político que tuvo el más rápido e impresionante crecimiento, al grado que apenas cuatro años después se hizo no sólo de la Presidencia de la República, sino de la mayoría en el Congreso federal, y en una buena parte de las legislaturas estatales.

Como suele suceder, sobre todo en este caso de un vertiginoso crecimiento y ascenso, los problemas se empezaron a generar una vez que llegaron al poder, que con muchísima frecuencia embriaga a quien lo alcanza, y además su ejercicio a través del gobierno, genera un desgaste de manera natural. El poder en la mayoría de los casos, transforma, y en algunos otros incluso, corrompe.

Cuando no se tienen posiciones de poder, es fácil conciliar puntos de vista y caminar unidos. El problema se genera una vez que ya hay ‘botín’ qué repartir, y es ahí donde empiezan las diferencias y hasta los enconos, porque cada grupo quiere para sí los mejores puestos, y cada uno de ellos se siente con muchos más merecimientos que el resto para ostentarlos o repartirlos entre los suyos.

Esto es más o menos lo que viene ocurriendo con Morena en estos momentos, y si no hay quien meta orden, el actual partido en el poder corre el riesgo de tener –al igual que su ascenso hasta alcanzar la Presidencia-, un desgaste vertiginoso y pagar muy caras las consecuencias de ello, y convertirse en un caso único en nuestro país de ser el que en menor tiempo a partir de su fundación llegó a la Presidencia, pero también el que una vez logrado ese objetivo más rápidamente se metió en un tobogán.

Integrado en su mayoría por las ‘tribus’ que en el PRD chuparon al partido hasta dejarlo prácticamente en bagazo puro, hoy Morena enfrenta a su peor enemigo, que no son el resto de los partidos –que como oposición son prácticamente inexistentes-, sino su propia militancia.

La renovación de la dirigencia nacional tiene a Morena como un partido, partido, y si no hay quien meta orden en el corto plazo y establezca bases sólidas para el futuro inmediato y mediato, no se necesita ser adivino ni oraculero para prever su futuro. Le sucedió al PAN cuando llegó a la Presidencia, le sucedió al PRD con la jefatura del entonces DF y algunas gubernaturas ¿Y hoy qué son estos dos partidos?

 

laotraplana@gmail.com

@JulianParraIba

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