Partido, partido
Julián Parra Ibarra
El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), a partir
del momento en que obtuvo su registro como partido político –el 9 de julio de
2014-, es el instituto político que tuvo el más rápido e impresionante
crecimiento, al grado que apenas cuatro años después se hizo no sólo de la
Presidencia de la República, sino de la mayoría en el Congreso federal, y en
una buena parte de las legislaturas estatales.
Como suele suceder, sobre todo en este caso de un
vertiginoso crecimiento y ascenso, los problemas se empezaron a generar una vez
que llegaron al poder, que con muchísima frecuencia embriaga a quien lo
alcanza, y además su ejercicio a través del gobierno, genera un desgaste de
manera natural. El poder en la mayoría de los casos, transforma, y en algunos
otros incluso, corrompe.
Cuando no se tienen posiciones de poder, es fácil
conciliar puntos de vista y caminar unidos. El problema se genera una vez que
ya hay ‘botín’ qué repartir, y es ahí donde empiezan las diferencias y hasta
los enconos, porque cada grupo quiere para sí los mejores puestos, y cada uno
de ellos se siente con muchos más merecimientos que el resto para ostentarlos o
repartirlos entre los suyos.
Esto es más o menos lo que viene ocurriendo con Morena en
estos momentos, y si no hay quien meta orden, el actual partido en el poder
corre el riesgo de tener –al igual que su ascenso hasta alcanzar la
Presidencia-, un desgaste vertiginoso y pagar muy caras las consecuencias de
ello, y convertirse en un caso único en nuestro país de ser el que en menor
tiempo a partir de su fundación llegó a la Presidencia, pero también el que una
vez logrado ese objetivo más rápidamente se metió en un tobogán.
Integrado en su mayoría por las ‘tribus’ que en el PRD
chuparon al partido hasta dejarlo prácticamente en bagazo puro, hoy Morena
enfrenta a su peor enemigo, que no son el resto de los partidos –que como
oposición son prácticamente inexistentes-, sino su propia militancia.
La renovación de la dirigencia nacional tiene a Morena
como un partido, partido, y si no hay quien meta orden en el corto plazo y
establezca bases sólidas para el futuro inmediato y mediato, no se necesita ser
adivino ni oraculero para prever su futuro. Le sucedió al PAN cuando llegó a la
Presidencia, le sucedió al PRD con la jefatura del entonces DF y algunas
gubernaturas ¿Y hoy qué son estos dos partidos?
@JulianParraIba
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