Padrinito
de Sololoy
Julián Parra Ibarra
Con el permiso de los lectores, quisiera que
hoy me permitieran abordar en este espacio un tema muy personal, dedicado a la
memoria de mi querido amigo y colaborador, Ramón Betancourt Vázquez, quien la
madrugada de este miércoles emprendió el camino para el encuentro con el Padre
Bueno.
Es difícil en momentos de tanto dolor, que
las ideas y las palabras fluyan como uno quisiera, sobre todo cuando el
Coronavirus ya me ha arrebatado a base de duros golpes a varias personas
cercanas y muy queridas por mí.
Con Ramón, me unía una amistad de más de tres
décadas que nació en la vieja redacción de La Opinión, allá por el oriente del
Bulevar Independencia, donde coincidíamos gente como Pedro Belmonte, Juan Antonio
Martínez, Isidro García, José María Mena Rentería, Juan Ramón Alba y tantos y
tantos compañeros y amigos, algunos de los cuales ya se nos adelantaron en el
camino.
Compartimos muchos momentos y anécdotas en
aquel bar que era de su propiedad, el ‘Pepes’, donde de cuando en cuando nos
reuníamos a charlar y beber cerveza.
Con el paso del tiempo y mi llegada al grupo
radial Coahuilteca Medios a invitación de mi querido Martín Valdés Rodríguez, incorporé
a Ramón como colaborador en el noticiero matutino de Radio Señal 1380, y donde
una vez a la semana nos compartía su columna radiofónica ‘Café Político’. Tengo
que confesar que solía de pronto sorprendernos al llegar con una buena dotación
de gorditas, que eran la delicia del personal que desde las 6:30 llegábamos a
la estación para preparar y transmitir el matutino.
Coahuilteca Medios se convirtió en el eje
alrededor del cual estrechamos nuestra amistad, cuando de manera natural se
formó el grupo bautizado por el propio ramón como ‘La mesa de la conjura III’, el
cual también estaba integrado por mi querido Chuy Aviña (QEPD), Luis Solares,
Juan Ávalos, Pepe Serrano, y con el tiempo también el querido doctor Jorge
Galván.
Una o dos veces al mes, solíamos desayunar y
convivir, pero la amistad trascendió más allá de nuestro ‘Club de Tobi’, porque
las mujeres crearon primero su propio grupo ‘Las conjuradas’, y con el tiempo
los desayunos eran conjuntos, con Ramón e Irma, Chuy y Rosy, Luis y Cocoy, Juan
y Jossie, Pepe y Juanita, Gaby y un servidor –y en algunas ocasiones hasta
Carlos, mi hijo-, el ingeniero y Rosy Solares -papás de Luis-, y el soltero del
grupo, el doctor Galván. Más de una ocasión, la reunión fue con la siempre
espléndida y generosa anfitrionía de Irma y Ramón en su casa, con la compañía
de sus hijos Mony y Julio Ernesto.
Lo de Padrinito de Sololy nació en la cabina
de Radio Señal, cuando una mañana –cuando estaba a punto de tomar posesión como
alcalde de Torreón Lalo Olmos-, y que al aire Ramón me dijo que yo iba a ser el
siguiente director de Radio Torreón “¿No te han llamado, no te han buscado?”,
me interrogó. “No, ni me han llamado, ni me interesa, yo aquí tengo mi chamba”,
le respondí.
Como aval de sus dichos, comentó que había
estado en la oficina particular de Olmos, y que si bien este no le dijo nada,
sobre el escritorio del futuro alcalde torreonense estaba un documento que
enlistaba los nombres de los que se supone que serían los próximos
funcionarios, “y ahí decía claramente tu nombre, en la línea de Radio Torreón;
si no te han buscado ya no tardan mucho en llamarte”. Aunque no lo habría
aceptado si me hubieran invitado, todavía estoy esperando que le llamen.
La carrilla no se hizo esperar entre los
demás integrantes del grupo. “Uh, que buen padrino te conseguiste”, decían. A
partir de entonces y como una forma de devolver bromas a la carrilla, cada que
se avecinaba una elección –y dependiendo del nivel que fuera- me decía “Julián
Parra, próximo diputado federal” –o local, o senador, según fuera el caso-. Y
la carrilla de inmediato: “con ese padrino nunca vas a llegar a ningún lado”.
Yo le empecé a decir que era mi padrinito, mi
Padrinito de Sololoy, y él me respondía con un ‘mi ahijadazo de oro’. Algunas
personas incluso me pedían, “me saludas a tu Padrinito de Sololoy”, entre ellos
el que lo hacía con más frecuencia era Pedro Aguilera, ex regidor panista de
Torreón.
La noche del martes, los integrantes del
grupo nos fuimos a dormir con la ilusión de que era muy probable que el
miércoles lo dieran de alta. Desgraciadamente las cosas se complicaron durante
la madrugada, y en un instante y sin despedirse, partió al encuentro con el
Padre Bueno.
Sin lugar a dudas, te vamos a extrañar, mi
querido Ramón, mi ‘Padrinito de Sololoy’.
@JulianParraIba
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