El triunfo de los radicales
Julián Parra Ibarra
Dicen los conocedores -y los
analistas del tema-, que la salida de Alfonso Romo como jefe de la Oficina de
la Presidencia -y además a partir de febrero pasado presidente del Consejo
Nacional para el Fomento a la Inversión-, el Empleo y el Crecimiento Económico,
solamente se puede leer como el triunfo de los radicales dentro de la
autoproclamada ‘Cuarta Transformación’, y que por lo delicado de sus funciones,
sería la demolición del único puente de comunicación entre el Gobierno
Federal con el sector empresarial, y con
el que el Presidente nunca ha podido estabilizar una relación que permita
avanzar en el mismo carril en la búsqueda de la generación de inversiones y
como consecuencia de ello, de empleos.
En más de una ocasión, el
presidente ha mostrado una aversión hacia el sector empresarial, a los que de
diferentes maneras ha satanizado, y aunque Romo realizó intentos por suavizar
esa relación, está más que visto que no lo logró, porque la política
gubernamental va en sentido contrario y choca con su visión de que “la única
forma de combatir la pobreza es con la inversión privada”, y más claramente lo
sostuvo todo el tiempo que “el sector privado es la única esperanza para el
crecimiento de México”, “lo único que tiene el país para crecer es la inversión
privada”. El Presidente no lo cree así.
Romo se mantuvo dos años en el
puesto –porque dice el Presidente que ese fue el acuerdo al arranque de la
administración, que durara solo dos años en el puesto-, y trató de mantener la
confianza del empresariado mexicano, a pesar de que el arranque de su función
en el Gobierno inició a contracorriente, al incumplir la promesa a los
empresarios de que el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México no
se cancelaría.
Una serie de tropiezos y
fracasos en sus intentos por mantener en pie el puente de comunicación entre
empresarios y gobierno, lo llevaron a tomar la decisión de marcharse porque,
dicen los que saben, el regiomontano dejó de tener fuerza, y varios más tenían
mucho más influencia con el Presidente, entre ellos Andrés Manuel López Beltrán
‘El Andy’, el hijo de AMLO, que además figura entre los aspirantes para
convertirse en el nuevo enlace con los empresarios, a pesar de que la figura de
Oficina de la Presidencia, lo ha dicho López Obrador, va a desaparecer.
Alfonso Romo no es el primer
funcionario que se va –aunque lo hayan manejado de común acuerdo-, porque dejó
de ser escuchado por el Presidente, y por las formas en que opera el Gabinete lopezobradorista,
por no comulgar con las políticas de la autoproclamada ‘Cuarta transformación’.
¿Le recuerdo algunos otros de
los que por razones casi siempre similares se han marchado en dos años de
Gobierno?
Secretarios: Carlos Urzúa, de Hacienda;
Josefina González Blanco –la que renunció por retrasar un vuelo-, de Medio
Ambiente y Recursos Naturales; Javier Jiménez Espriú, de Comunicaciones y
Transporte; Víctor Toledo, de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Y ahora el
Jefe de la Oficina de Presidencia, Alfonso Romo.
Pero también se han marchado
por diferentes inconformidades por la forma de operar del actual gobierno
federal: Asa Cristina Laurell, subsecretaria del Sistema de Salud, por
diferencias con el secretario de Salud Jorge Alcocer; Mara Gómez, titular de la
Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, quien apenas en diciembre pasado
había sido electa por el Senado para un periodo de cinco años; Candelaria
Ochoa, titular de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia
contra las Mujeres; Mónica Maccise titular del Consejo Nacional para Prevenir
la Discriminación; Tonatiuh Guillen, titular del Instituto Nacional de
Migración –en medio de la crisis migratoria en la que se negoció la no
imposición de aranceles, a cambio de detener el flujo migratorio de los
centroamericanos-; Clara Torres, responsable de los programas de Estancias
Infantiles; Patricia Bugarín, sub secretaria de Seguridad; Simón Levy ,
subsecretario de Planeación y Política Turística; Jaime García Alcocer,
comisionado presidente de la Comisión Reguladora de Energía; Jaime Cárdenas,
titular del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado; y para que no se nos
olvide, el que hizo punta, Germán Martínez Cázares, director del Instituto
Mexicano del Seguro Social.
Algunos de ellos como Martínez
Cázares, Carlos Urzúa y Jaime Cárdenas por mencionar sólo tres, se fueron en
medio del estruendo. Alfonso Romo optó por marcharse en mejores términos, lo
que le valió que el presidente le diera el ‘encargo’ de seguir siendo su principal
asesor en su relación con el empresariado, pero si no le hizo caso siendo Jefe
de la Oficina, ¿le permitirán los radicales tener acceso e influencia con López
Obrador?
@JulianParraIba
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