viernes, 6 de noviembre de 2015

A LA BÁSCULA

¿En verdad ya estamos listos?

Julián Parra Ibarra
La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de amparar a cuatro personas para que puedan cultivar, transportar y consumir mariguana ‘con fines lúdicos’, ha abierto la puerta al debate de la despenalización de esta droga en nuestro país, lo que después de este primer paso, me parece que más temprano que tarde va a suceder.

Se ha subrayado mucho en el hecho de que la decisión de la Corte no es como muchos quisieron interpretarlo, como la legalización en el uso y consumo de la mariguana. Se ha puntualizado mucho en el hecho de que solamente estas cuatro personas amparadas, agrupadas en una organización llamada SMART –Asociación Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante- son las únicas beneficiarias de esta llamada histórica decisión.

Los que saben del asunto dicen que se requieren cuatro amparos más consecutivos para sentar jurisprudencia. Las voces desde el Gobierno Federal, tanto del presidente Peña Nieto, como del secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, han sido encaminadas a la necesidad de abrir un gran debate. El PRD ya dijo que va a presentar 32 amparos, uno por cada estado de la República, para que se siente la jurisprudencia y termine por legalizarse el uso y consumo de la mariguana.

El tema ya está sobre la mesa del debate y de la discusión, y puede usted apostar doble contra sencillo que más temprano que tarde, finalmente va a terminar por aprobarse. Desde el día en que se llevaba a cabo la discusión en la Suprema Corte de Justicia, se registraron manifestaciones en pro y en contra del tema, y así va a ser en el camino que le resta a este polémico tema.

Independientemente de si usted está en favor o en contra de la legalización de la mariguana, junto con el debate surgen un montón de dudas y cuestionamientos, y la primer pregunta que se me ocurre es ¿En verdad la sociedad mexicana ya somos tan maduros como para que se apruebe una Ley de esta envergadura?
¿Estamos preparados en todos los sentidos: en salud, en lo jurídico, en la justicia, en lo social, en lo sicológico y hasta en lo ético y lo moral, y todavía más, hasta en lo logístico para determinar quién y cómo se encargará y vigilará su producción, trasiego, distribución y venta?
Dicen las voces en favor de la legalización de la hierba, que siempre será mejor que un mercado de las drogas esté controlado, regulado, normado por el gobierno, que por los cárteles de la droga, pero ¿el gobierno mexicano está preparado para asumir esta responsabilidad, o la va a ‘privatizar’ como muchas otras actividades sobre las que antiguamente el Estado ejercía un control monopólico?
En otros momentos y con otros temas, el gobierno mexicano nos ha demostrado que primero ‘ajusilan y después viriguan’, que se toman decisiones sin tener la preparación ni la capacidad para manejar sus consecuencias, y le doy un par de ejemplos:
Cuando en la administración de Vicente Fox se redujo la edad penal sin tener capacidad en las cárceles, y cuando se revirtió la medida a los Centros Juveniles fueron regresados quienes venían de haberse ‘graduado’ en penales al lado de grandes delincuentes, capos y asesinos.
El otro, el que todavía se sigue padeciendo, es la decisión de Felipe Calderón de declararle la gente al narco y mandar al Ejército a las calles a hacer labores policiacas, cuando no se estaba preparado ni siquiera con el tipo de vehículos para combatir a los narcos.

Otros argumentos son que tras su legalización, los consumidores de la cannabis, principalmente los jóvenes, ya no tendrían que ir a los submundos o a los sitios  más recónditos, oscuros y peligrosos para comprar su dosis, sino que ahora lo harían en lugares más públicos y seguros, pero ¿Los jóvenes sobre todo, tendrán la madurez y la capacidad para medir las consecuencias que puede tener el consumo de mariguana, porque seguramente por novedosos, una vez que se legalice correrán a probarla y consumirla?

A esto por supuesto que le falta mucho, hay un largo camino por recorrer, porque habrá que modificar leyes, reglamentos. Habrá debates, discusiones y todo lo demás, pero casi le puedo a asegurar que llegado el momento de su entrada en vigor, en muchos sentidos podríamos encontrarnos con que no estábamos preparados ni culturalmente, ni socialmente, ni en términos de salud, ni en jurídicos para una implementación de esta naturaleza.


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