¿En verdad ya estamos listos?
Julián Parra Ibarra
La decisión de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación de amparar a cuatro personas para que puedan cultivar,
transportar y consumir mariguana ‘con fines lúdicos’, ha abierto la puerta al debate
de la despenalización de esta droga en nuestro país, lo que después de este
primer paso, me parece que más temprano que tarde va a suceder.
Se ha subrayado mucho en el hecho de
que la decisión de la Corte no es como muchos quisieron interpretarlo, como la
legalización en el uso y consumo de la mariguana. Se ha puntualizado mucho en
el hecho de que solamente estas cuatro personas amparadas, agrupadas en una
organización llamada SMART –Asociación Mexicana de Autoconsumo Responsable y
Tolerante- son las únicas beneficiarias de esta llamada histórica decisión.
Los que saben del asunto dicen que se
requieren cuatro amparos más consecutivos para sentar jurisprudencia. Las voces
desde el Gobierno Federal, tanto del presidente Peña Nieto, como del secretario
de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, han sido encaminadas a la necesidad
de abrir un gran debate. El PRD ya dijo que va a presentar 32 amparos, uno por
cada estado de la República, para que se siente la jurisprudencia y termine por
legalizarse el uso y consumo de la mariguana.
El tema ya está sobre la mesa del
debate y de la discusión, y puede usted apostar doble contra sencillo que más
temprano que tarde, finalmente va a terminar por aprobarse. Desde el día en que
se llevaba a cabo la discusión en la Suprema Corte de Justicia, se registraron
manifestaciones en pro y en contra del tema, y así va a ser en el camino que le
resta a este polémico tema.
Independientemente de si usted está en
favor o en contra de la legalización de la mariguana, junto con el debate
surgen un montón de dudas y cuestionamientos, y la primer pregunta que se me
ocurre es ¿En verdad la sociedad mexicana ya somos tan maduros como para que se
apruebe una Ley de esta envergadura?
¿Estamos preparados en todos los
sentidos: en salud, en lo jurídico, en la justicia, en lo social, en lo
sicológico y hasta en lo ético y lo moral, y todavía más, hasta en lo logístico
para determinar quién y cómo se encargará y vigilará su producción, trasiego,
distribución y venta?
Dicen las voces en favor de la
legalización de la hierba, que siempre será mejor que un mercado de las drogas
esté controlado, regulado, normado por el gobierno, que por los cárteles de la
droga, pero ¿el gobierno mexicano está preparado para asumir esta
responsabilidad, o la va a ‘privatizar’ como muchas otras actividades sobre las
que antiguamente el Estado ejercía un control monopólico?
En otros momentos y con otros temas, el
gobierno mexicano nos ha demostrado que primero ‘ajusilan y después viriguan’,
que se toman decisiones sin tener la preparación ni la capacidad para manejar
sus consecuencias, y le doy un par de ejemplos:
Cuando en la administración de Vicente
Fox se redujo la edad penal sin tener capacidad en las cárceles, y cuando se
revirtió la medida a los Centros Juveniles fueron regresados quienes venían de
haberse ‘graduado’ en penales al lado de grandes delincuentes, capos y
asesinos.
El otro, el que todavía se sigue
padeciendo, es la decisión de Felipe Calderón de declararle la gente al narco y
mandar al Ejército a las calles a hacer labores policiacas, cuando no se estaba
preparado ni siquiera con el tipo de vehículos para combatir a los narcos.
Otros argumentos son que tras su
legalización, los consumidores de la cannabis, principalmente los jóvenes, ya
no tendrían que ir a los submundos o a los sitios más recónditos, oscuros y peligrosos para
comprar su dosis, sino que ahora lo harían en lugares más públicos y seguros,
pero ¿Los jóvenes sobre todo, tendrán la madurez y la capacidad para medir las
consecuencias que puede tener el consumo de mariguana, porque seguramente por
novedosos, una vez que se legalice correrán a probarla y consumirla?
A esto por supuesto que le falta mucho,
hay un largo camino por recorrer, porque habrá que modificar leyes,
reglamentos. Habrá debates, discusiones y todo lo demás, pero casi le puedo a
asegurar que llegado el momento de su entrada en vigor, en muchos sentidos
podríamos encontrarnos con que no estábamos preparados ni culturalmente, ni
socialmente, ni en términos de salud, ni en jurídicos para una implementación
de esta naturaleza.
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