Relaciones
entre gobiernos
Julián Parra Ibarra
En el mundo de la política –al menos en la mexicana-
aunque los gobernantes en turno juran y perjuran que, por encima de cualquier
otro interés -personal o de grupo- están los intereses de los ciudadanos que
los llevaron al poder, y que siempre estarán al servicio del pueblo al que
sirven y al que se deben.
Pero en más de una ocasión hemos podido comprobar que las
cosas no son así, porque una vez que ostentan el poder, ponen por delante sus
filias y sus fobias, imponen sus caprichos, protegen a sus amigos, compadres y
socios. El poder, diría en alguna ocasión la entonces primera dama
estadounidense Michelle Obama, no transforma a las personas, revela su
verdadero ser. En México hay una frase muy común: quieres conocer al hombre,
dale poder.
Por encima de los intereses del pueblo, muchos políticos
han privilegiado sus pleitos personales a costa de afectar a miles de
ciudadanos que nada tienen que ver con sus enconos o rencillas personales ¿Se
acuerda usted de la relación del entonces gobernador de Coahuila, Oscar Flores
Tapia, con el presidente de México en su momento, José López Portillo? ¿Y la de
Humberto Moreira con Felipe Calderón? ¿O del propio ‘Profe’ con el entonces
alcalde torreonense José Ángel Pérez? Son sólo unos cuantos botones de muestra.
A partir del 1 de diciembre que México inicia una nueva
etapa con la administración de Andrés Manuel López Obrador, aunque se supone
que generará muchos cambios en la forma de hacer política en nuestro país,
habrá que ver el tipo de relación que establecerá la próxima administración
federal con los gobernadores, porque seguramente estará marcada también por las
empatías y afinidades Amén de que hay algunos que desde ahora anticipan que no
habrá una buena relación con el ejecutivo federal, como ‘El Bronco’ que ha amenazado
que si Nuevo León no es tratado como él quiere, se saldrán del pacto federal,
como si eso fuera así nadamás, tan sencillo como decidir ir a comprar una Coca
Cola a la tienda de la esquina.
En el caso concreto de Coahuila y Durango, los dos
estados que convergen en la Comarca Lagunera, habrá que estar muy atentos en
ver cómo se desarrolla la relación entre el próximo presidente, Andrés Manuel
López Obrador, y nuestros mandatarios, Miguel Ángel Riquelme Solís y José Rosas
Aispuro Torres, porque del nivel de la relación que se mantenga, serán las
posibilidades de mantener el respaldo del ‘centro’ y con ello que nuestras
entidades sostengan el crecimiento económico y el desarrollo que han mantenido.
Total, si ‘El Bronco’ no quiere apoyo para Nuevo León, aquí está su vecino
Coahuila donde se espera que haya brazos abiertos en ese sentido.
En muchos casos ha quedado muestra latente y patente de
que una falta de sensibilidad –y de humildad, por qué no- echa a perder
relaciones que afectan a los ciudadanos, y volvemos al caso de Humberto
Moreira-José Ángel Pérez Hernández, cuya disputa y diferendos afectaron
sensiblemente no sólo a Torreón sino también al resto de los municipios
laguneros de Coahuila.
Hoy más que nunca hay que echar mano de las mejores artes
y demostrar que la de la política es mantener buenas relaciones, si no de gran
amistad y de piquete de ombligo, por lo menos sí institucional. Quizá para los
actuales gobernadores esta venga a ser la etapa más compleja de sus relaciones
con el Gobierno Federal, más que cuando el Presidente era priista y los
mandatarios estatales panistas; o cuando fue a la inversa, Presidentes panistas
con gobernadores priistas.
Quien demuestre las mayores habilidades y capacidades en
el arte de la política, seguro es que tendrá mejores y mayores apoyos para sus
respectivas entidades. Cada gobernador labrará para su estado el futuro que le
espera en los siguientes seis años.
Pero también habrá que estar muy atentos como ciudadanos,
y exigir a los gobernantes, que dejen de lado sus filias y sus fobias,
partidistas, ideológicas, políticas, entre los gobiernos federal con los
estatales, pero también de los estatales con los municipales.
Aunque tengan diferencias –sobre todo cuando son de
partidos distintos-, al ciudadano eso no le importa, porque eligió en las urnas
a gobernantes que cumplan su responsabilidad, no a gladiadores que esté en
permanente pleito o disputa con otros niveles de gobierno solo por ser de
diferentes partidos.
En ese supuesto se encuentra en estos momentos Torreón,
con alcalde panista, gobernador priista y próximo presidente morenista, con
todo y que no hay un encono abierto y declarado.
Así como Coahuila no puede –ni debe- quedar rezagado en
el contexto nacional, Torreón tampoco debe hacerlo en el estatal. Hay que
aplicar la más alta dosis de política, y tener los más altos niveles de
sensibilidad, y de humildad. Por el bien de Torreón.
@JulianParraIba
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