lunes, 8 de octubre de 2018

A LA BÁSCULA


Pero qué necesidad
Julián Parra Ibarra

Por los motivos que haya sido -y que usted mejor que nadie puede juzgar su
pertinencia o inconveniencia-, desde la pasada administración estatal en
Coahuila está prohibida la instalación y funcionamiento de los casinos, casas
de apuestas, las ‘maquinitas’ tragamonedas, las peleas de gallos y hasta las
corridas de toros.

Algunas de estas actividades, en efecto, suelen ser imán de gente no muy
deseable en nuestras sociedades, amén de que en el caso concreto de los
casinos, al menos en Torreón, habían venido generando un serio problema
social entre las familias cuyos miembros se habían hecho adictos al juego, y
en más de una ocasión pusieron en juego escrituras y facturas de inmuebles y
automóviles, generando incluso la desintegración de muchas familias que
llegaron a acudir a Obispo ante lo preocupante del problema social.

Por ello, resulta incomprensible, inconcebible, que de pronto surja la noticia
de que la administración municipal ha otorgado el permiso correspondiente
para el funcionamiento de uno de estos casinos que habían sido clausurados
en Torreón.

Ante la presión social que ello generó, el secretario del Ayuntamiento, Sergio
Lara Galván, salió ante los medios para decir que la expedición del permiso
otorgado al Casino Majestic fue debido a un ordenamiento del Tribunal
Colegiado Municipal, pero que no se puede dar su apertura inmediata hasta
en tanto no le sea expedida las autorizaciones estatales y federales.

Como dicen los abogados, suponiendo sin conceder que así sea, y
concediéndole el beneficio de la duda a la actual administración ¿qué
necesidad había entonces de levantar tanta polvareda expidiendo la
autorización municipal, si no se ha cubierto la tramitología estatal y federal?

En el ámbito de lo estatal, ya sabemos, no se va a otorgar esa autorización
porque la ley lo prohíbe, y habría que reformarla para poder dar luz verde a
la reapertura de los casinos, aunque según lo dicho apenas hace unos días
por el gobernador Miguel Riquelme de que en esa materia no se va a dar ni
un paso atrás, se puede interpretar que no habrá reformas a la ley.

Entonces ¿Qué necesidad de alborotar la gallera si, como dice Galván,
todavía no es definitivo? ¿Por qué jugar con fuego, con un tema tan sensible
para la sociedad lagunera y que en su momento generó muchos problemas
entre las familias?
Bien diría Bora Milutinovic: Mi no entender.

laotraplana@gmail.com
@JulianParraIba

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