El de atrás paga
Julián Parra Ibarra
Cuando chavos allá en el barrio,
la palomilla empleábamos una estrategia para pasear en la desaparecida ruta de
transporte llamada ‘Circunvalación’ y en ocasiones la repetíamos en las
funciones de cine de la matiné para pagar menos de lo que correspondía. Es
decir, subíamos al camión unos diez chavos y le decíamos al ‘chofis’ uno a uno
conforme íbamos subiendo: el de atrás paga, el de atrás paga, y el último
pagaba cuando mucho la mitad de los pasajeros que habíamos abordado.
Aquellas eran bromas de
chiquillos para pasearnos en los camiones de pasajeros y para entrar a ver, ni
siquiera películas completas, sino que asistíamos al llamado ‘cine cachitos’,
llamado así porque nos proyectaban en la pantalla el contenido de una cinta
conformada por trozos de cinta de diversas películas, que las iban pegando
hasta que se completaba un rollo completo y eso es lo que íbamos a ver.
La estrategia del ‘el de atrás
paga’ sin embargo en nuestros días, en la realidad económica y el diario vivir
no es para nada una broma, y si alguien lo visualizó así, debe ser una de muy
mal gusto. En la cadena de producción de productos y servicios el ‘de atrás’,
es decir, el último eslabón, el consumidor, usted, yo, todos, porque no hay quien
no haga consumo de algún tipo de producto o servicios. Acá realmente el de
atrás termina pagando.
Como parte de la miscelánea
fiscal aprobada por el Congreso de la Unión, a partir del 1 de enero entró en
vigor la ‘actualización’ en el cobro del Impuesto Especial sobre Producción y
Servicios (IEPS) en algunos rubros como las gasolinas, los cigarros, la
cerveza, los refrescos, la leche, el pan de dulce, las botanas, el pan de caja.
Dependiendo de los tiempos y los
gobiernos en turno, se utilizan palabras rebuscadas para evitar llamarles a
muchas cosas por su nombre. Así, los aumentos dejan de ser lo que son para
pasar a llamarles pomposamente ‘ajustes’ o, como es el caso ‘actualizaciones’
en precios o imposiciones fiscales. Así, a lo que nos estamos enfrentando no
son amentos –porque la simple palabra, dicen los especialistas, genera
mentalmente un impacto negativo en las personas-, sino son ajustes; se
ajustaron por porcentajes del IEPS dependiendo de cada tipo de producto, pero
no se aumentó nada, con todo y que usted y yo, ‘los de atrás’, terminemos
pagando más de lo que pagábamos todavía hace 10 días por el mismo producto.
Ingenuamente se nos hizo creer
que esos ‘ajustes’ al IEPS no se iban a cargar al consumidor final, sino que el
diferencial iba a ser absorbido por las empresas ¿Sí sabe usted cuándo va a
ocurrir eso? ¿Sabe cuándo las empresas nacionales y algunas de ellas
trasnacionales van a sacrificar sus márgenes de utilidad para que los
consumidores no carguen con los incrementos?
Otra vez, me parece como muchos
otros derivados de decisiones gubernamentales, el objetivo puede ser bueno,
pero las formas de aplicarlo son pésimas. Y ya sabemos que en esto como en
muchos ámbitos, la forma es fondo. Y las formas de aplicar estos ajustes, al
final del día, dan al traste con el fondo.
Y dado que es el consumidor final
–o sea, otra vez, usted y yo- tenemos que cargar con ese ‘ajuste’, porque todas
las empresas de inmediato incrementaron los precios de sus productos, el aumento
al salario mínimo de un 20 por ciento que entró en vigor el mismo día, se va a
diluir y volverá a quedar en nada.
El gozo de que el salario mínimo
pasara este año de 102.68 a 123.22 pesos, se fue al pozo. Los 20.54 pesos se
van a diluir en medio de tantos incrementos que, se quiera o no, es una espiral
que va a causar inflación.
Desgraciadamente, insisto en la
realidad la frase de ‘el de atrás paga’ es literal, el último en el eslabón de
la cadena de producción-consumo, es el que terminará por pagar las
consecuencias de estas ‘actualizaciones’.
Pero quédese tranquilo, de aquí
en adelante usted va a tener que pagar más por una variedad de productos, pero
no es un aumento, no es un incremento, es solamente una actualización, pero
nadamás.
Pero en calidad de mientras, vaya
ajustándose el cinturón, apriételo un poquito más, hágale a su cinto uno o dos
‘agujeritos’ más.
@JulianParraIba
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