Les metió 4 picotazos que los obligó
a ponerse de rodillas y
rendirle tributo
América hizo suyo el Corona. Miguel Layún se desbordó y
metió 4 goles a unos Guerreros en su propia aldea. Los obligó soltar sus hachas y rendirle tributo como a
un Dios, cuya presencia fue anticipada con la brillantez de un arcoíris que cubrió
el Territorio Santos Modelo mientras Pedro Caixinha, tuvo que tragarse sus
palabras, escupió al cielo y le cayó su escupitajo en la cara; su panorama fue
negro como el traje que portaba y decidió, al final del partido, rendirse y
saludar no a Antonio Mohamed quien ya había negado su mano, sino a los hombres
águila que ataviados de un amarillo reluciente lo sometieron a él y a sus
pupilos.
Toda la Comarca Lagunera esperaba un juego de brillos, de
contrastes, pero no esperaban que un solo águila picoteara con tanta fuerza a
sus Guerreros que los dominara y los hiciera encajar sus rodillas en el campo
que tanta veces los ha visto triunfar.
Era una noche fresca y pese a ello, los ánimos se
calentaron. Caixinha recibió como cubetazo de agua fría el primer picotazo al
minuto 40, las cartas aún no estaban echadas pero los americanistas que medio
poblaron el “Corona” se desbordaron, a partir de ese momento, las llegadas a la
portería de Oswaldo se sucedieron con mayor frecuencia y de nada sirvieron los
gritos de apoyo que retumbaban en el TSM.
En el minuto 53, en un error del arquero lagunero Owaldo
Sánchez, el marcador se dobló y los gritos de “Águilas” , “Águilas” . “Águilas”
se escucharon más fuerte, la porra santista prácticamente dejo de escucharse y
los tambores como un murmullo lejano, parecían no estar ahí, comenzaba la
debacle. Iniciaba así una derrota que se seguirá sintiendo durante mucho tiempo
en el alma de los aficionados santistas, que sintieron en sus corazones la
desazón y seguramente pensaban en esos momentos dejar su pasión y vestirse de
amarillo.
Llegó el minuto 60 y con él, el tercer picotazo de Miguel
Layún, quien provocó que las hachas de unos Guerreros diezmados cayeran al
suelo, el estadio, poblado de verde, blanco y amarillo parecía caerse,
retumbaban gritos por todos lados, silbidos, apoyos y rechiflas, era una competencia
donde no cabía tregua, pero desgraciadamente, la carta estaba escrita, faltaba
sólo el tiro de gracia.
Este llegó al minuto 89 con el cuarto gol del Dios Layún, el
Dios del arcoíris quien permitió en el minuto 70 que Carlos Izquierdos les
diera un poco de alegría a los 29 mil 557 aficionados al futbol que abarrotaron
el Corona, muchos de los cuales esperaban el despertar de sus Guerreros.
No fue así, la historia se escribió. Hoy, hay un nuevo Dios
del futbol mexicano, el Dios del arcoíris, Miguel Layún quien no necesitó ni
espejos ni bratijas para someter a los Guerreros. Hoy, América venció con
honores a Santos Laguna en su casa del Dolor Ajeno.
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