No
tiene quién le escriba
Julián Parra Ibarra
No se necesita ser un especialista ni un sesudo analista
en el asunto. A simple vista se nota que en el gobierno de Enrique Peña Nieto
existe –ha existido desde el inicio de su administración-, un serio y grave
problema de comunicación, tanto la institucional hacia el interior del gabinete
del Presidente de México, como hacia el exterior en la comunicación con la
sociedad mexicana, bien a través de los medios tradicionales, como mediante las
herramientas modernas de las redes sociales, las cuales desde su campaña han
sido su ‘coco’.
Esa podría decirse, es de la ‘pata que cojea’ el Gobierno
Federal desde el inicio de la administración, pero uno supondría que cinco años
después, los responsables de esa área tan sensible, ya habrían aprendido y al
menos si no ayudarle a solucionarlos, sí evitar generarle problemas al
Presidente como pareciera que está convertido en su principal objetivo.
En distintos momentos y frente a diferentes
problemáticas, el área de comunicación de la Presidencia ha expuesto demasiado
a Peña Nieto, y el culmen parece ser que es –ha sido- el manejo de la
información primero, y de la crisis después, en el asunto del ‘gasolinazo’, que
el Gobierno se empeña en vendernos como un ‘ajuste a la alza’ y como un
problema que vino de fuera, y no como un aumento ni como un problema que en
estos momentos se está viviendo internamente en nuestro país.
En primera instancia, parece que nadie en el interior de
la administración advirtió de las reacciones que se iban a generalizar desde el
primer minuto de este año, da la impresión que lo minimizaron. Es decir esta es
–lo han demostrado en los hechos- una administración reactiva, no proactiva. Se
esperan a que estallen los problemas, los conflictos, para después intentar
–además de manera muy torpe- andar tratando de apagar los fuegos.
En un tema tan sensible como peligroso, el mensaje del
Presidente debió haber sido antes de que cerrara el año, empezar a advertirle a
la gente lo que se venía al entrar 2017, pero de manera paralela haber
preparado la estrategia para responder ante las reacciones de la gente, la
forma cómo manejarse ante los líderes de los sectores más importantes del país.
Pero no, se esperaron a que estallara el conflicto y
entre que esto sucedió y el 5 de enero en que el presidente Peña Nieto salió a
dar un mensaje en cadena nacional de radio y televisión –es la percepción que
proyectaron- integrantes de su gabinete así como senadores y diputados de su
partido y aliados, lo dejaron sólo. Fueron cinco días de incesante golpeteo por
medio de las redes sociales, mismo que fue subiendo de decibeles en la misma
proporción que crecían las manifestaciones y aparecieron la violencia, el
saqueo, la barbarie.
¿Y qué se les ocurrió? Difundir en cadena nacional un
mensaje que ni siquiera se transmitió en vivo, que igual pudo haber sido grabado
ese día, que uno, dos o tres días antes. Todavía peor, no cuidaron la imagen
del Presidente que se veía demacrado, agobiado, enojado, y con un mensaje que
más que tranquilizar las aguas las enturbió todavía más, que más que transmitir
un ánimo de conciliación fue retador, y que dejó sobre la mesa el permiso para
que arreciaran las críticas y el golpeteo con su ¿Ustedes qué hubieran hecho?
A la mañana siguiente Gobernación emitió una orden para
transmitir una nueva ‘cadena nacional’ con un mensaje del Presidente, y lo que uno
supondría era que Peña Nieto apareciera en las pantallas o en los aparatos de
radio, con un mensaje de año nuevo en un tono más conciliatorio ¡Pero no,
repitieron el mensaje de la noche anterior, que además había sido pregrabado!
La impresión que dejó fue que al Gobierno se le había
acabado el discurso, que ya no tenían nada que decir. Luego como si fuera una
ocurrencia del momento, salió de la chistera el ‘Acuerdo’ para el
fortalecimiento de la economía de México, que a la postre se convirtió en un
desacuerdo con la Coparmex, el poderoso sindicato de patrones de México que lo
consideró ‘improvisado, incompleto e insuficiente’. El documento les había sido
entregado dos horas antes de la firma, pero ya se había filtrado a los medios
desde cinco horas antes.
Una vez más, su equipo de comunicación volvió a fallar
¿Cómo un documento tan importante, de un tema tan delicado y sensible que
estaba haciendo crisis, se filtró a los medios antes de que el Presidente de la República hiciera el
anuncio oficial? ¿Cómo no hubo un cabildeo previo con los firmantes, y el
anuncio se lanzó sin el consenso necesario?
Es lastimoso y lamentable, pero parece que el presidente
Enrique Peña Nieto no tiene quien le escriba. Ni la más elemental de las
estrategias de comunicación, y ni siquiera un ‘pinchurriento’ discurso que en
lugar de resultar provocador o amenazante y le genere más problemas, transmita
un mensaje conciliador, que ofrezca confianza, certidumbre y tranquilidad a los
mexicanos.
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