HAY DESENCANTO EN LA FIESTA BRAVA
Para Valente Arellano Flores,
padre del extinto torero Valente Arellano, existe en la actualidad un
desencanto entre la fiesta brava, “hoy, los padres llevan a los niños a las
escuelas taurinas, los tienen muy consentidos, por eso, las plazas están casi
vacías, hoy torean unos y mañana torearán otros”.
Con un dejo de tristeza en su
voz, en el homenaje luctuoso del matador frente a su monumento en la Plaza de
Toros Torreón, habló el sentimiento, la nostalgia, el recelo de una fiesta que
está en declive, que se apaga y que nadie hace nada para evitarlo. Valente
Arellano Flores, se dijo agradecido “de las gentes que recuerdan a Valente, son
ya 28 años de su fallecimiento y a donde quiera que voy se siguen acordando de
mi hijo”.
Sin embargo, y pese a la modernidad
tecnológica en donde instantáneamente se suben videos y comentarios al Internet,
nada compara la fiesta de hace 25 años con la actual, por lo que el padre del héroe
del toreo que cayó ante la velocidad de una motocicleta dijo tajante “definitivamente
no es la misma fiesta, por eso las plazas se están quedando vacías, los toreros
han perdido las ganas y esa locura que tenían antes por ser toreros, los veías
por la calle caminar y sabías que era torero, ahora, no se distinguen, le han
quitado su escencia”.
Con todo y eso, lanza el agradecimiento a Jorge Mata,
organizador de la corrida en honor de Valente “El Valiente”, como le decían en
antaño y dice “es una corrida modesta, porque desgraciadamente Jorge Mata no tiene los
medios para hacer algo grande, pero le agradezco el gesto”.
Arellano Flores se dice el menos
indicado para hablar bien de su hijo, del torero que se fue pero que continúa
en la mente de quienes lo conocieron y reafirma “el hubiera no existe, pero
según los pasos que llevaba las cosas hubieran cambiado, uno no puede saber, si
no lo hubiera matado la motocicleta, a lo mejor lo mataba un toro o se cansaba,
pero lo que hizo esta hecho, y ya son 30 años que la plaza México no se llena,
y si no se llena con matadores de toros, menos con novilleros como lo que hizo
Valente”.
Continúa diciendo “cuando nació
Valente nadie creía en él, así sucede siempre, nadie es profeta en su tierra,
cuando Valente empezó mucha gente no creía en él, en la escuela sus compañeros
de clase se burlaban, ya cuando triunfó la cosa cambió totalmente”.
Los recuerdos llegan y dice “hoy,
algunos niños hasta dicen que quieren ser delincuentes, platico muchas cosas de
él –Valente- de las locuras que hacía de chiquillo, de la gran afición que
siempre tuvo, porque nunca quiso ser otra cosa más que torero, nunca como uno
que dice quiero ser bombero o policía, siempre lo digo y lo repito,
afortunadamente se le hizo”.
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