jueves, 17 de marzo de 2022

A LA BÁSCULA


Ahora hasta mentirosos

Julián Parra Ibarra

Un viejo y querido amigo y quien además fuera mi jefe, Carlos Fernando García (QEPD) con cierta regularidad utilizaba la frase: “ahora resulta que el que está hablando con un güey, soy yo”, y la mayoría de la gente caía en su juego de palabras. La frase es aplicable a Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad Pública federal, quien, con una total falta de sensibilidad y empatía, revictimiza al gremio periodístico a unas horas del asesinato del periodista Armando Linares López, acusando de mentirosos a compañeros que fueron a darle cobertura al funeral del octavo periodista asesinado en lo que va de este año en nuestro país.

De acuerdo con las narraciones de varios compañeros, hasta el lugar donde se realizaban los servicios funerarios de Linares López, un tipo se acercó mientras hablaba por teléfono, y reportaba que ya estaba en el punto pero que había muchos periodistas. Se alejó momentáneamente para regresar después junto con otros dos tipos, y amenazar a los reporteros, fotógrafos y camarógrafos que tenían dos minutos para marcharse de ahí o se los iba a cargar la v… mientras se descorría la chamarra para dejar ver en la cintura del lado izquierdo, un arma de fuego.

Ocho periodistas muertos en lo que va del año son suficientes como para quererle hacer al valiente y que la cifra pudiera crecer, por lo que los compañeros se alejaron del funeral. Públicamente hicieron la denuncia, que todavía exhibe más a las autoridades, a las locales de Michoacán, pero también a las federales, porque con todo y lo que ocurrió, no fueron capaces de poner a funcionar los protocolos para proteger a la familia de la víctima y a los asistentes al funeral.

Sin haber puesto un pie no en la funeraria, ni en Zitácuaro, ni siquiera en el estado de Michoacán, la funcionaria policiaca, imitando la actitud del bravucón del barrio, respondió de manera poco empática cuando en la mañanera se cuestionó sobre estas nuevas amenazas –que tristemente hemos venido viendo cómo muchas de ellas se han cumplido-, calificando las versiones de los periodistas amenazados como ‘información totalmente falsa’.

“Desde ayer inmediatamente se habló con la familia, exactamente con el hermano del periodista, y él nos aclaró que no había pasado eso, que él desconocía absolutamente, y que no se había separado del velorio, que esto fue una información totalmente falsa”, dijo la secretaria de Seguridad Pública.

Suponiendo, sin conceder que así haya sido, si Rosa Icela habló con el hermano del periodista, permítame que dude que él le haya dicho que era ‘información totalmente falsa’, acaso le habría dicho que él no se enteró o desconocía que así hubiera ocurrido porque él permaneció en el interior, y las amenazas se dieron en el exterior. 

¿Se habrá tomado la secretaria la molestia de ponerse en contacto con los amenazados? ¿Qué está esperando, que los sicarios cumplan esas nuevas amenazas y siga creciendo el número de periodistas asesinados, que en este sexenio alcanza ya cifras de escándalo y de terror?

Por donde quiera que se le vea, el gremio periodístico sigue recibiendo los embates desde lo más alto del poder en nuestro país, y si bien no son crímenes de estado, las agresiones se mantienen. Ahora encima de todo, agredidos, asesinados y ahora hasta mentirosos.

Aunque moderado, qué diferente la actitud que asume Alejandro Encinas, el subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación, quien admite que no se ha logrado frenar la violencia contra la prensa, y mucho menos revertirla.

En el Foro Libertad de expresión, organizado por la organización ‘Artículo 19’ y la embajada de Noruega, Paula Saucedo, de Article 19, dejó sobre la mesa una numeralia que da miedo: que aproximadamente cada 13 o 14 horas un periodista o un medio de comunicación es agredido por hacer su labor, “además de los asesinatos, hay amenazas de muerte, amenazas legales, agresiones físicas, intimidación, todos los días”.

Y subrayó, con una frase que esta sí les cae como anillo al dedo al principal inquilino de Palacio y amigos que le acompañan: “La polarización, el estigma, la criminalización, el señalamiento, solo aumenta los riesgos de sufrir más violencia”. Pero eso, en Palacio ni lo entienden, ni lo comprenden, mucho menos lo validan o respaldan.

Y no sólo eso, sino que el conteo que el gremio lleva de los caídos en lo que va del año –¿Quién más podría llevar el registro con mayor precisión? -, es manipulado y tergiversado desde el oficialismo donde ‘tienen otros datos’ y para ellos ‘nada más’ son seis los periodistas asesinados en este 2022. Ah bueno, ‘apenas’ van seis, hay que seguir alentando desde el púlpito presidencial las agresiones contra periodistas.

Lo bueno es que tenemos un gobierno que respeta la libertad de expresión, que no acosa ni persigue a ningún periodista o medio, y que respeta el trabajo periodístico de investigación y de opinión.

Imagínese si no fuera así. 

laotraplana@gmail.com.mx

@JulianParraIba

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