“El Pana” viene a ejecutar su toreo de
antaño
ante la afición lagunera
Escribe: Miguel Angel Solís M./Director Semblanza
Viviendo los últimos “7 años seco”,
miembro activo de AA, Rodolfo Rodríguez “El Pana”, hombre de la tercera edad y
autonombrado “El hombre de un solo día”, hoy se enfrenta de nuevo a la muerte
en el ruedo del Coliseo Centenario, alternando, según sus propias palabras,
“con dos buenos banderilleros”…Uriel Moreno “El Zapata” y Antonio García “El
Chihuahua”.
Siempre con una desfachatez que raya en lo
cotidiano, este matador originario de Tlaxcala y rasgando los 60 años de edad,
dijo venir a La Laguna
a ejecutar su toreo de antaño, antiguo, de entrega y calidad, porque él es un
grande de la fiesta brava, afirmando haber nacido con estrella y que su afición
seguramente disfrutará de su toreo.
Su lenguaje anecdotario y sus vivenciales
historias, enmarcan una entrevista que dura por más de 2 horas. Chascarrillo
tras chascarrillo, “El Pana” desgrana su vida, narra el origen de su familia y
se descubre aquí, el origen de su nombre, diminutivo de “panadero”, oficio que
profesó durante su infancia y que aclaró, cambió gustoso por el estoque y el
capote; por el traje de luces y el gusto por las mujeres bellas, rubias, altas
, de gran personalidad y de las cuales decía a sus compañeros de horno, se
casaría algún día con una de ellas. “El Pana” cumplió, se desposó según sus
declaraciones con una hermosa estadounidense con quien procreó una hija y a
quien en alguna ocasión, llevó a viajar por Europa; una nueva anécdota relata
parte de su vida y nos da a conocer la embriaguez que le hizo perder no sólo el
tren que lo llevaría a un destino más, a la separación definitiva de su
familia.
Así, entre historias, chistes y
anécdotas, este torero temerario y extravagante, dice haber estado en esta
tierra lagunera en la década de los 70’s donde no lució mucho, sin embargo,
ahora, 40 años después, asegura la fiesta a celebrarse esta noche, será la
cumbre de su carrera.
“El hombre de un solo día”, como gusta de
llamarse, no le teme a la muerte, vive intensamente el día de hoy y en una
alegoría de su vida entre historias de licor, dice no esperar el mañana porque
cada día es incesante, en cada corrida se convierte en un nuevo avatar del
cristo o las vírgenes de las plazas ambulantes de la antigua España y hasta
pareciese que en cada enfrentamiento con el astado, recordase los antiguos
sacrificios romanos cuando asesinaban a los toros en señal de riqueza
fructífera bañándose los sacrificantes en la sangre del animal para
cumplimentar el ritual.
Rodolfo Rodríguez “El Pana”, habla de los
laguneros como reza ese refrán lanzado por las autoridades torreonenses…”hablar
bien de Torreón habla bien de ti” y refiere agradecido la cobijada que ha
tenido, incluso, dice haberse levantado en toda su vida con el pie derecho.
No le pesan las cornaduras de sus
rivales, lo han colocado al borde de la muerte y ha recibido hasta los Santos
óleos dice en su singular lenguaje y remata “aquí estoy porque Dios lo ha
querido”; recuerda cómo en su tierra natal, Tlaxcala, un astado le destrozó la
vena femoral logrando salir avante.
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